Esta mañana estuve haciendo cola en una fila durante una hora. Estaba esperando para comprar una tarta de una pastelería. Mañana es el Día de Acción de Gracias en los EEUU y, tenía pensado comprar una tarta ya que preparo otros platos para la cena. No puedo yo sola con todo, ¿se entiende? A mí no me da vergüenza comprar algo preparado, aun si lo habitual para esta fiesta es la comida casera.

De todos modos, la fila era bien larga. La mayoría de las personas que estaban a mi alrededor creo que eran Baby Boomers (la generación nacida entre 1946 y 1964). Tiene sentido que hubiera tantos Baby Boomers esperando, porque muchos de ellos se han jubilado y, por lo tanto tienen tiempo de sobra para pasarlo en una fila. Aunque la tienda hacía un buen trabajo y despachaba a los clientes con eficiencia, estas personas fueron bastante groseros con los empleados. La mayoría se enfadaban al enterarse de que se habían agotado tartas de algunos sabores. Era como si el mundo se les acabara simplemente porque tenían que conformarse con otros sabores. Me frustraba este comportamiento.

Quizás sea un prejuicio mío, pero me parece que esta generación es descortés con los empleados de atención al público con más frecuencia que otras, al menos aquí. Supongo que podría ser porque cuando eran jóvenes, en esos trabajos se podía ganar un sueldo mayor que hoy. Quizá entonces las cosas funcionaban de manera diferente a como funcionan hoy. Y de tal modo pondrían tradicionalmente la vara muy alta en lo que a atención al público se refiere. No estoy segura.

Bueno, lo más importante es que he comprado una tarta de manzana. Además, me regalé una segunda tarte como recompensa adicional por haber esperado tanto tiempo.