En continuación de esta entrada: https://journaly.com/post/17280.

Aquí es una entrada que empecé hace ya dos años. Es una reflexión de mis pensamientos en ese entonces. No presenta mi punto de vista actual, que se ha evolucionado mucho a la luz de todas las noticias que llegan de Gaza. También me he informado mucho sobre la historia del conflicto entre Israel y los palestinos y sobre las circunstancias en las que han tenido que vivir los palestinos. Pero este texto no trata del conflicto en Palestina, sino que es un resumen de nuestra cultura de la memoria aquí en Alemania y lo que significaba para mí:

Mi opinión sobre Alemania ha mejorado mucho durante las últimas dos décadas. Creo que hemos establecido una cultura de la memoria de los crímenes contra la humanidad cometidos por nuestro país durante la Segunda Guerra Mundial. Existe una tradición de enfrentarse a todo esto sin buscar disculpas ni excusas.

Un ejemplo:

Elige Berlín en el navegador de tu coche sin introducir un destino concreto - solo Berlín. Conduce hasta que la agradable voz del navegador te diga "Hemos llegado a nuestro destino" y busca un espacio para aparcar junto al gran parque que ves frente a ti. Sal del coche y mira a tu alrededor. Lo que ves es el parque central de Berlín, que se llama Tiergarten (zoológico), la Puerta de Brandemburgo y un monumento gigante construido con cientos de bloques de hormigón gris. Es un campo de estelas, un laberinto que se puede recorrer. Cuando lo hagas te perderás entre los bloques que se vuelven más altos, lo más te acercas al centro del campo hasta que casi tapan el cielo sobre ti.

Este monumento está aquí para recordar lo que llamamos hoy el Holocausto. Todavía me acuerdo bien las discusiones políticas antes de construir este monumento y había partidarios y oponentes, pero construir este monumento en el corazón de Berlín, casi al lado de nuestro parlamento, es un gran símbolo para un país que quiere enfrentarse a lo que ha pasado, honestar a las víctimas y prometerse que nunca más algo tan horrible puede pasar por las manos de los alemanes.

Un líder del partido de la extrema derecha ha dicho algo como "nos hemos plantado un monumento de vergüenza en nuestra capital", pero yo no lo veo así. El Holocausto ahora es parte de nuestra historia. Una parte triste - siempre siento una gran tristeza cuando visito un campo de concentración de los nazis - pero es historia y nadie debe sentirse culpable por ello. Yo no creo en la culpa colectiva. La culpa siempre es algo individual: somos responsables de nuestros actos, pero no de las atrocidades cometidas por otros antes que nosotros.

También he hecho las paces con Alemania. Es un país con un pasado reciente muy violento, pero también con una historia fascinante.