Capítulo 2 (1/4)
Ella apenas podía respirar. La hormiga había parado tal vez diez metros adelante. Era claro que sabía que ella estaba cerca, pero con sus antenas agitando en el aire, parecía que todavía no la había descubierto. Solo podía olerla.
María no sabía qué debía hacer. Pensó en la película Jurassic Park en que había una situación similar, sino con un tiranosaurio rex en lugar de una hormiga. La criatura no podía ver muy bien, así que en vez de huir, las protagonistas habían quedado completamente inmóvil para evitar ser devorados. ¿Debería hacer lo mismo? ¿O la comería la hormiga de todas formas?
La hormiga volvió a avanzar de nuevo. Ella no tenía más tiempo para decidir.
De repente, ella dio la vuelta y comenzó a correr a toda velocidad cuesta arriba. La sangre palpitaba en sus oídos. Corría sin pensar, enfocada solo en esquivar las grandes hojas de hierba y evitar tropezar con el suelo accidentado. La cuesta se niveló, y ella aceleró su paso. Un jején de tamaño de un perro voló disparada desde las plantas a un lado y casi la golpeó. Ella agachó la cabeza y siguió corriendo.
Adelante, María vio una piedra enorme bloqueando su camino. —¡Carajo! —gritó. Arriesgando un vistazo atrás, confirmó que la hormiga estaba siguiendo su rastro. La criatura paró por un momento para agitar las antenas. Entonces continuó corriendo hacia ella. No se movía tan rápido como antes en el camino despejado, pero la alcanzaría en poco tiempo si ella no hiciera algo pronto.
Llegó a la piedra y siguió el borde sin parar. ¿Dónde podría esconderse? Miró a su alrededor, pero no había nada salvo la hierba a un lado y la pared de piedra al otro.
María miró atrás otra vez. La hormiga estaba más cerca que antes. Y esta vez, ya no estaba parando para oler su rastro. La criatura la había visto de verdad.
No tenía otra opción. María eligió una parte espesa de la hierba a su lado, rezó, y se lanzó adentro.
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