¿A alguien le gusta esquiar o hacer snowboard?

Hoy quiero contarles cómo hablar otro idioma puede ser como esquiar o hacer snowboard. A mí me gusta el snowboard, aunque no se me da muy bien. Lo intenté por primera vez a los cuarenta años. Me di cuenta de que habría sido mejor aprender de joven, tal vez de niño. De verdad, cada vez que he ido a hacer snowboard, he visto a multitud de niños que lo hacían mucho mejor que yo.

También me gusta hablar español, aunque no se me da muy bien. Lo intenté por primera vez a los cincuenta años. Me di cuenta de que habría sido mejor aprender de joven, tal vez de niño. De verdad, cada vez que camino por el paseo, oigo a multitud de niños que hablan mejor que yo.

Durante mi primer año haciendo snowboard, me costó mucho y me caía muchas veces, es verdad. Me daba vergüenza y me hacía mucho daño.

Durante mi primer año hablando español, me costó mucho y me fallaba muchas veces, es verdad. Me daba vergüenza y me hacía mucho daño.

Ahora, después de pocos años haciendo snowboard, por fin puedo hacerlo con éxito de vez en cuando. Puedo bajar de una colina pequeña sin caerme, siempre y cuando no esté muy empinada y no haya árboles en la pista.

Ahora, después de pocos años hablando español, por fin puedo hacerlo con éxito de vez en cuando. Puedo pedir un café y quizá un bocadillo, siempre y cuando el camarero no me pregunte nada.

Pero no pasa nada, sigo haciendo el ridículo, porque sé que para mejorar hay que asumir riesgos e intentar cosas nuevas. Recuerdo la respuesta de un amigo de snowboard cuando le pregunté por qué seguía cayéndose, a pesar de tener veinte años de experiencia. Me explicó que se caía porque siempre intentaba hacer trucos más espectaculares.

En la vida es fácil permanecer en tu zona de confort, pero es mucho más interesante cuando sales de ella. Es como dicen sobre el snowboard: si no te caes, no lo estás intentando.