A Tell-Tale Heart por Edgar Allen Poe, La Gallina Degollada por Horacio Quiroga, y El Rey Burgués por Rubén Darío se tratan de un tema de la muerte, pero es el tratamiento de la muerte que se diferencian. En el caso de A Tell-Tale Heart y La Gallina Degollada, las víctimas no tienen control sobre su muerte y cómo prevenirla. Por otro lado, en El Rey Burgués, el poeta tiene control, pero decide seguir tocando el manubrio con el fin de complacer al rey cuando el tiempo se vuelve frío, hasta que se muere de frío.
En A Tell-Tale Heart , un narrador no fidedigno en primera persona cuenta que había un anciano con un ojo azul que le molestaba tanto que el narrador lo mató. El narrador establece el contexto sobre el crimen que ya ha cometido, manteniendo una conversación nerviosa con un narratario. Comienza en el medio, no cronológicamente, como en los otros dos relatos. Es una narración sobre lo que ya ha ocurrido aunque lo narrado haya tenido lugar cronológicamente. El narrador-asesino planeó metódicamente la muerte. Hizo hincapié en que no era el anciano quien le odiaba, sino el ojo azul, y luego su corazón palpitante, lo que le volvía loco. Al poner el énfasis en el ojo, era más fácil matar al hombre porque en su mente el anciano había quedado reducido a un mero ojo azul. Del mismo modo, en La gallina degollada, los niños no distinguen a su hermana de la gallina a la que el criado ha degollado. No es un ser humano, sino un objeto, un animal como ellos, una bestia. En El rey burgués, en cierto sentido, el poeta se prostituye para formar parte del palacio, poder comer y sufrir por el arte, convirtiéndose al final más en uno de los animales y posesiones del rey que en un ser humano digno de ser considerado al mismo nivel que el rey u otros trabajadores. La cosificación de las víctimas prevalece en los tres relatos.
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