Lo normal es que tardemos en darnos cuenta de que nos hemos enganchado a fumar. Es porque tenemos la ilusión de que fumamos porque es agradable y no porque estemos obligados a hacerlo. Nos engañamos creyendo que podemos dejar de fumar cuando queramos.
Lo más común es que nos engañemos hasta que no decidamos dejar de fumar realmente. Y solo entonces nos damos cuenta del problema. Lo usual es que el fumador espere hasta que le surja una situación estresante para tratar de desengancharse, ya sea que se trate de (la?) falta de dinero o de (la?) salud.
Y pasa que cigarrillos, que solían ayudarle a aguantar el estrés, ahora no están disponibles, y por eso quiere fumar con fuerza redoblada. Es posible que después de este periodo de tortura el fumador acabe haciendo un (el?) compromiso de(l?) tipo: “voy a fumar menos” o “voy a esperar un momento más tranquilo”.
Sin embargo, cuando todo se apacigua, no le quedan más razones para dejar de fumar, así que el fumador decide posponerlo. Es un círculo vicioso, porque con el paso del tiempo la vida se pone más tensa y no menos. Salimos de la casa de nuestros padres al mundo real para crear nuestro propio hogar, entrar en deudas, tener hijos, conseguir un puesto de trabajo con más responsabilidad, etcétera.
La vida de fumador nunca se va a poner menos estresante, porque son los mismos cigarrillos que generan estrés. Mientras aumenta la cantidad de la nicotina consumida, aumenta el sufrimiento del fumador junto con la falsedad de sus creencias sobre la adicción.
Dejar de fumar
Redacción del último párrafo, según mi criterio: "La vida de un fumador nunca se volverá menos estresante, ya que son los mismos cigarrillos los que generan el estrés. A medida que aumenta la cantidad de nicotina consumida, también se incrementa el sufrimiento del fumador, junto con la falsedad de sus creencias sobre la adicción".
@eugen_blick @druida Gracias!