El primer recuerdo que tengo es de cuando yo tenía 3 años. Es un recuerdo muy borroso, pero a la vez la emoción que sentí en el momento la recuerdo bien. Mi mamá me había mandado por primera vez a una guardería. Yo estaba explorando el aula cuando descubrí un juguete con canicas que me llamó la atención. Era un tipo de tobogán con varias rampas y puentes que se podían mover para crear nuevas configuraciones. Me encantó. Hice un par de ajustes para crear mi propia versión y con toda la felicidad del mundo, le tiraba las canicas para ver su camino por las rampas hasta que apareció otra nena, pelirroja me acuerdo. Me retó, diciéndome que ella ya lo había armado a su gusto y que yo lo había arruinado. ¡La vergüenza y el remordimiento que sentí! Yo desde chiquita era muy obediente y el creer que yo había hecho algo malo me llenó de culpa. No me acuerdo de nada más de ese día en la guardería pero sí que en el auto, en el camino a casa con mi mamá, le pedí que jamás me volviera a mandar allí. Desde la perspectiva adulta, fue una escena muy cotidiana pero en el momento me impactó mucho. Supongo que es por eso que tantos años después todavía lo recuerdo bien.