Por fin, Daniela empezó con la tarea muy triste de sacar la ropa del armario. Había sido un mes desde el funeral de su mamá y aunque ella acordó con su hermana que harían juntas, Ana no estaba allí. “Otra vez ella no ha cumplido con sus promesas”, pensó Dani, que se sintió frustrada por la falta de consideración de su hermanita. Como normal, necesitaría hacerlo sola.
Sacó cada uno de los vestidos que aún olía a su madre. Era un perfume que su madre siempre usaba y lo que las niñas no podían usar jamás. Dani todavía recordaba bien la furia de su mamá cuando alguna vez había tratado usarlo. Normalmente, su madre era muy tranquila y generosa, pero aquella vez fue como ella estuviera otra persona.
Al fondo de la guardarropa, escondido entre zapatos prácticos y un flexo (por alguna razón inexplicable), encontró un a caja de hojalata. En la tapa era una imagen del puente Rialto en Venecia. Ella tomó la caja y la puso en el regazo. Al abrirlo, vio dos llaves antiguas, una botella pequeña de perfume y un reloj de pulsera que iba a decir que era once menos cuarto para siempre. Bajo de todo, había un sobre en el que estaban unas tarjetas postales que habían amarillada con el tiempo. Todas tenían fotos de puentes.
Dani leyó la primera: “Mi amor, éste es el Pont du Gard. Te echo de menos. Cristóbal”.
Ella pudo ver que la dirección era un hotel en Paris y que la destinataria era Alejandra Ribero. Eso le parecía muy extraño a Dani, porque ese no era el nombre de tu madre. La siguiente tarjeta era casi idéntica de la primera. “Mi amor, éste es el Pont du Diable. Te echo de menos. Cristóbal”. La tercera mencionó el Pont Velentré , la cuarta tenía el puente Pont Napoleón y el quinto, Pont Vieux.
Todas las tarjetas tenían el mismo mensaje, con la misma escritura y tinta azul descolorada. Le parecía intrigante a Dani. “¿Quién era Cristóbal?”, se preguntó a si misma. “¿Por qué tenía estas tarjetas, y quién era Alejandra? ¿Por qué tenían el mismo mensaje y qué significaban los puentes?
Dani continuó leyendo las tarjetas, todas iguales hasta la última. Ella reconoció el puente. Era una foto de Pont Neuf en Paris al anochecer. Ella notó manchas de agua en la escritura, y el mensaje decía solamente: “Lo siento”.
---
* Foto por Février Photography a Unsplash