Hace poco releí un cuento de El Conde Lucanor, la colección de 51 parábolas escritas en 1335 por Don Juan Manuel. Se titula “Lo que sucedió a un mozo que se casó con una muchacha de muy mal carácter” y, como sugiere el título, no es precisamente una historia de amor.
Todo comienza con el conde planteándole un problema a su consejero Patronio: un pariente suyo está considerando casarse con una joven adinerada, conocida por tener el peor carácter del mundo. Patronio, en lugar de ofrecerle un consejo directo, le dice que si su pariente es capaz de hacer lo mismo que hizo un cierto moro en una situación similar, entonces adelante.
¿Y qué hizo ese moro? Pues... algo bastante extremo, como relata Patronio:
El moro es un joven que proviene de una buena familia, aunque sin mucho dinero. Desea mejorar su situación casándose con la hija de un hombre rico del pueblo. El problema es que nadie quiere acercarse a esa muchacha: todos saben que tiene muy mal genio y que puede llegar a ser insoportable. Aun así, el joven insiste tanto que su padre termina pidiendo la mano de la muchacha en matrimonio. El padre de ella acepta, aunque le dice con toda sinceridad que teme que su hija lo mate o, como mínimo, le haga vivir una vida peor que la muerte.
Ellos se casan y, como es costumbre en el pueblo, los moros les preparan una cena en la casa de los recién casados y luego los dejan solos hasta el día siguiente. Todos temen que, al amanecer, encuentren muerto al mozo.
Pero el mozo tiene un plan.
Durante la cena, comienza a dar órdenes extrañas. Le dice a un perro que le traiga agua para lavarse las manos. Como es lógico, el perro no lo hace. Entonces, él lo mata sin dudar. Le corta la cabeza y descuartiza el cuerpo. Hace lo mismo con un gato y, más tarde, con su único caballo, todo ello frente a su nueva esposa, quien lo observa sin decir una palabra, completamente conmocionada. Cuando finalmente le ordena a ella que le dé agua, ella no lo piensa: obedece de inmediato. Durante toda la noche, ella hace todo lo que él le pide. Antes de dormir, él le dice que nadie se atreva a despertarlo.
Al día siguiente, los familiares llegan para averiguar qué ha ocurrido. Se sorprenden al ver al mozo sano y tranquilo, y a la esposa completamente obediente. A partir de ese momento, ella cambia por completo y, curiosamente, el matrimonio comienza a funcionar.
El suegro del moro, queriendo hacer lo mismo que su yerno para dominar a su esposa, mata un gallo. Sin embargo, su mujer le dice que eso no sirve de nada, porque llevan muchos años casados y ya se conocen bien.
La moraleja de esta historia: "Si al principio no te muestres cómo eres, no podrás hacerlo cuando tú quisieres."