En una casa llena de ventanas, me quedo en el pasillo,
donde la risa cae como luz por los bordes del brillo.
Hablan en canciones que no sé cantar,
palabras que vuelan, pero no saben aterrizar.
Sus voces florecen en jardines lejanos,
pero yo soy la raíz fuera de sus manos.
Me estiro para sentir una brisa fugaz,
pero el calor va a otros árboles, jamás a mi faz.
Llamo con esperanza a puertas pintadas,
pero solo responden las pisadas calladas.
Sus ojos son lámparas que no me ven,
sus sonrisas navegan mares sin mi tren.
Soy el libro que nadie abre,
un pensamiento que no cabe.
Ellos giran en círculos, mano con mano,
mientras yo me hundo en un silencio temprano.
Los amo, eso no lo voy a negar,
pero parece que el amor me cuesta alcanzar.
Estoy lo bastante cerca para sentir su calor,
pero nunca me invitan a compartir su color.
Headline image by mrrrk_smith on Unsplash