Siempre me ha gustado aprender idiomas. La primera vez que tuve ganas de aprender un idioma extranjero fue en la escuela primaria. Recuerdo que en la biblioteca de la escuela había unos libros con dibujos de escenas de la vida cotidiana, como de casas o ciudades, con los nombres de todas las cosas escritas en español e inglés. También había libros con palabras francesas. Recuerdo que hice tarjetas con todas las palabras de los libros e intenté aprenderlas. No había nada de diversidad en mi escuela, por tanto era algo raro que quisiera aprender otro idioma. Pero siempre he estado fascinada con la idea de que otras personas puedan platicar entre sí, sin yo poder entender ni una palabra de lo que están diciendo. Es algo muy especial. Es como si un idioma fuera un rompecabezas enorme. Cuando vas aprendiendo poco a poco, es como colocar las piezas una por una. Cuanto más aprendas de una lengua, más puedes entender de los países en los que se habla, y de la gente y la cultura de esos países. Para mí es una cosa verdaderamente fascinante que me gusta mucho.