El día de la victoria
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El día de la victoria

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No tengo ningún concepto de la realidad. Es la verdad. Es más, tampoco me interesa experimentarlo. Me enteré de que carecía por completo de este concepto en 1956 a los ocho años. Fue el mismo día en que me di cuenta de que no lamento su carencia.

Puedo decir como en la primera página de La sombra del viento, que desgranaban los primeros días del verano. Estábamos con la familia en un picnic para estudiantes recién liberados de los largos días escolares. Se había planeado un gran día con juegos, eventos deportivos, comida y música. Uno de los deportes era una carrera. Los niños teníamos que subir una colina, correr alrededor de un árbol y volver a bajar la colina hasta la linea final.

Tenía muchas ganas de participar en esa carrera. No me importaba que fuera la más pequeña de todos los corredores. Tenía un secreto para la victoria. Había oído una historia en mi clase de religión sobre Eric Liddell, un corredor que ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Mientras Liddell corría recitaba una oración: "Tú levantas mis pies, Señor, y yo los vuelvo a bajar." Yo tenía la expectativa de que esa oración sería la clave para mi victoria.

–...en sus marcas...listos...¡ya!–

Y empecé. Mantuve la vista en el suelo justo delante de mis pasos. ... "Tú levantas mis pies, Señor, y yo los vuelvo a bajar." ... "Tú levantas mis pies, Señor, y yo los vuelvo a bajar." ... Una y otra vez. Por fin llegué al árbol. Me dolía al respirar, pero mi determinación no flaqueaba. ... "Tú levantas mis pies, Señor, y yo los vuelvo a bajar." ... Mientras seguía corriendo colina abajo, sentí que no había ninguna otra persona muy cerca de mí. Me arriesgué a mirar a la derecha ... no había nadie ... a la izquierda ... tampoco había otra persona ... no hay nadie delante de mí. –¡La victoria es mía!– Con gran alegría y muchas gracias a Dios, quien todo lo puede, corrí tan rápido como pude hasta el final ... directamente a los brazos de mi padre quien me dijo ...

–¿Qué pasa contigo? No tienes ningún concepto de la realidad.–

Estaba tan alegre que al principio no podía entender sus palabras. Finalmente me dio a entender que la partida había terminado mucho antes y que todos habían pasado a la siguiente. Pero nada como la mera realidad tenía el poder de perturbarme. Fue el día de la victoria y el día en el que me di cuenta de que cuando lo doy todo, experimento la victoria y no importa si el resto del mundo no parece pensar así.

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