He tenido una caminadora en mi habitación para estudiar desde hace un año y he querido quitarla por lo menos la mitad de ese tiempo.
Pues le dije a mi hermana hace dos días que quería quitarla y ponerla en la sala de su perra...porque sí su perra se ha adueñado de la sala (ahora es suya). Es un gran danés, es vieja, apesta como un pedo todo el día...es asquerosa.
Bueno, al siguiente día, mi hermana le dijo a mi mamá que quería poner la caminadora en la sala en cambio del sillón. Estaba muy sorprendida cuando mi mamá llamó a mi puerta esa noche para decirme que ya había hablado con mi hermana y que no le importaba si lo hacía. Maravilloso.
Y eso es lo que he pasado todo el día: mover cosas. Me duele la espalda pero valió la pena. Ahora tengo un espacio para leer, estudiar y relajarme. Mi novio me ayudó y ahora tengo un sillón, una lampara de pie, mis libros y mis plantas en la esquina opuesta a mi computadora. Eso era lo que quería por mi cumpleaños, pero mi mamá me había dicho que no. Aunque guardo rencor, estoy agradecida de que mi hermana, quien es la favorita, abogó por lo que quería.
Más tolerancia con ese pobre animalito! :P