Ehrenfest would firmly align on the side of these new insights, but even if he didn't oppose--as his friend Einstein did--the revolutionary principles Bohr, Heisenberg, Dirac and Born were bringing along, he just couldn't, however, get rid of the feeling that a fundamental limit had been trespassed. He felt that a demon, perhaps a genie, had made its nest in the soul of physics--a genie no member of his own generation would ever be capable of returning to its bottle. Once the new rules that govern the inner realm of atoms were accepted, the whole world would lose the reality and staunchness it had before.
Aunque Ehrenfest se alineó con firmeza del lado de lo nuevo, y en un comienzo no se opuso, como sí lo hizo su amigo Einstein, a los principios revolucionarios que venían de Bohr, Heisenberg, Dirac y Born, no podía, sin embargo, evitar la sensación de que habían traspasado un límite fundamental, y que un demonio, o tal vez un genio, había anidado en el alma de la física, un genio al que ningún miembro de su generación podría devolver a su lámpara. Si uno aceptaba las nuevas reglas que gobernaban el reino interno de los átomos, el mundo entero dejaba de ser tan sólido y real como antes.
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