No sé ligar
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Esta historia trata de una chica española con quien fuimos a la misma clase durante nuestro primer año del liceo. Por razones de privacidad, voy a llamarla María (que nombre más común, ¿eh?)

No he hablado con María casi nunca. Era muy hermosa y yo pensaba que su hermosura la hacía destacar entre los otros compañeros de clase (que aunque no eran tan bellos, sí que muchos de ellos parecían tipos interesantes. Al fin y al cabo, ¡fue un liceo artistico!).

Entonces, la belleza de esa chica me ha encantado así que tenía muchísimas ganas de conocerla, hacernos amigas o incluso novias. Pero ya veréis que no sabía (y todavía no sé) ni papa de como funcionan las malditas interacciónes sociales.

¿Cómo podría yo conocerla? Ella estudiaba cine, bailaba ballet y, lo peor de todo, ya tenía amigos con quien pasaba la mayor parte del tiempo. Yo, por otro lado, estudiaba música clásica, cualquier tipo de actividad física me repugnaba y no tenía ni idea de que hablar con María, o incluso como acercarme a ella.

La solución fueron las clases de idiomas (que apropiado).

Me explico: en primer lugar, había un corto periodo cuando un chico intentaba organizar un grupo para estudiar esperanto. María y yo ambas frecuentaron ese grupo. De hecho, fue ahí que aprendí que tenía orígenes españoles (eso será relevante más adelante).

La otra ocasión dónde yo tenía la mínima oportunidad de interactuar con María fueron las clases de francés. Ella no solía hacer las tareas así que yo generosamente le dejaba copiar las mias. Siendo ya un nerd de idiomas, obviamente yo las hacía siempre. No entiendo cómo es posible que, después de un acto de caballerosidad tan elegante y sincero, ella todavía no tuviera ningún interés por mi. Pero esperad, la trama se complica aún más.

Ahora hemos llegado al punto principal de la historia. La culminación del cringe. La prueba absoluta de una ausencia total de mis habilidades de ligue.

Aquel maldito día yo estaba de camino a casa. Estaba en el autobús, mirando memes en mi teléfono. Uno de ellos llamó mi atención: fue un post escrito por un gringo que contaba alguna anécdota sobre su confusión entre N y Ñ. Algo sobre cómo solía decir "que peña" en lugar de "pena" y no entendía que estaba diciendo una tontería. Nada especial, no diría que sea el pináculo de la comedia pero tampoco es algo ofensivo. Un meme como cualquier otro.

"¡Hombre!" - pensé al verlo - "lo voy a enviar a María, ¡que genio soy! Le mostrará que tengo un sentido de humor, que pienso en ella y además que presto atención a lo que dice. Seguro que se enamorara de mí. Si solo Don Juan estuviera vivo, me pagaría para que le enseñara a el esas técnicas superiores de ligue."

Pues, le he enviado el meme.

Lo ha visto.

No me respondió.

Desde entonces, nunca hemos hablado entre nosotras.

Además, el año siguiente María se ha cambiado escuela. Será porque mi confianza sobrehumana, mi energía sexual y carisma sin fín fueron demasiados para ella.

Epílogo: en ruso, cuando nos sentimos avergonzados por culpa de otra persona, este fenómeno lo llamamos "Ispanskiy styd" es decir "la vergüenza española". No me preguntéis el origen de la expresión, pero me pareció apropiado insertarlo aquí.

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