Ahora mismo estoy de vacaciones en los Países Bajos, dónde viví cinco años durante mi bachillerato y mi primer máster. Aquí conocí a muchas personas que ya me importan el mundo aunque me mudé de aquí hace más de un año. Este texto es sobre una de esas personas- una de mis mejores amigas. Ella también fue mi compañera de piso cuando vivía en la Haya y por eso la conozco muy bien. Verla otra vez la semana pasado fue muy muy lindo pero también me llenó de nostalgia. La nostalgia es un fenómeno en el que el agradecimiento y la tristeza se unen. Ella me recordó de los viejos tiempos- de días cuando nos sentábamos en el techo de nuestra casa bebiendo vino o pisando la arena en la playa. Pero también de los días cuando ella me consoló cuando mi corazón estaba roto o cuando lloramos por el estrés de escribir una tesis. Me siento muy agradecida por las sonrisas que ella me regaló y por todas las cosas que ella me ayudó a gestionar. Estoy casi celosa de todas las personas que pueden ver a mi amiga diariamente o incluso viven con ella. Tener una amistad a distancia no es lo mismo. Sin embargo me siento aliviada y agradecida de que cada vez que nos vemos me doy cuenta de que nada ha cambiado entre nosotras.