Parte 1/3: https://journaly.com/post/29472
Parte 2/3: https://journaly.com/post/29527
Después de la batalla de Otumba, los conquistadores empezaron a reponerse y reorganizarse para regresar a tomar Tenochtitlan más de un año más tarde. Varias expediciones salieron al Caribe en búsqueda de caballos, armamento y soldados. El ejército de Cortés también llevó a cabo diversos actos de venganza contra poblaciones mexicas por ataques que tuvieron lugar durante el primer viaje a Tenochtitlan. Cabe destacar que el capitán español permitió que los guerreros vencidos fueran sacrificados por parte de los tlaxcaltecas a pesar de que él criticó este ritual cuando fue realizado por sus enemigos.
Durante este año, se desató una epidemia de viruela en Tenochtitlan, lo que llevó a la muerte del nuevo tlatoani Cuitláhuac. Este fue sucedido por Cuauhtémoc, quien sería el último tlatoani de Tenochtitlan. Tanto Cuauhtémoc como Cuitláhuac anticiparon el regreso de los españoles e hicieron esfuerzos - todos en vano - para aliarse con otros pueblos, especialmente con los purépechas y con los tlaxcaltecas.
Cortés se estableció en Texcoco, donde preparó el último asedio a la ciudad de Tenochtitlan. Allí, paulatinamente, más y más tributarios de los mexicas se fueron aliando a sus fuerzas, un hecho decisivo en la caída de la capital. Los conquistadores aislaron Tenochtitlan y cortaron el suministro de agua dulce antes de lanzar un ataque con trece barcos equipados con cañones, apoyados por seis mil embarcaciones mandadas por indígenas aliados. Al cabo de tres meses, Cuauhtémoc fue capturado en un intento de huir en canoa, lo que llevó a la capitulación de la ciudad el 13 de agosto de 1521. Según las estimaciones de cronistas españoles, murieron tan solo cincuenta conquistadores, mientras que más de cien mil mexicas fallecieron como consecuencia del hambre, las enfermedades y el combate.
Inicialmente, Cortés decidió mantener a Cuauhtémoc con vida para aprovechar su reconocimiento como tlatoani y así asegurar la cooperación de los mexicas en la reconstrucción de la ciudad que más tarde se convertiría en la capital de la Nueva España. En un hecho que mas tarde se volvería simbólico de la resistencia mexica durante la conquista, los líderes españoles, inconformes con la cantidad de oro que se había recaudado tras la toma de Tenochtitlan - que, descontado el porcentaje de la corona así como el de Cortés, solo llegó al valor de poco más de una espada por soldado - ordenaron la tortura de Cuauhtémoc. Este resistió al tormento y nunca reveló la ubicación del supuesto tesoro perdido, pronunciando las famosas palabras «¿Acaso estoy yo en algún deleite o baño?» mientras sus pies fueron quemados. Tres años y medio después, en el año 1525, Cortés ordenó la ejecución por ahorcamiento de Cuauhtémoc y otros líderes indígenas debido a que temía una posible rebelión.
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