Recuerdos
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Recuerdos

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Como las olas en la playa, los recuerdos llegan y se van, no sin antes dejar una marca en la arena de tu ser. No importa el tipo, si es aquella ola en un mar picado o la que llega durante un tranquilo amanecer, siempre queda algo, siempre trae algo consigo.

Puede que quede espuma y que lentamente desaparezca o puede que, tras una noche de tormenta, aparezca aquel barco encallado que alguna vez con esperanza e ilusiones zarpó hacia lo desconocido y quedes atrapado analizando cada uno de los restos. A veces son tan suaves que apenas y las sientes, no sabes que pasaron, pero te das cuenta de su paso por la arena húmeda. Pareciera tan irreal.

En algunas ocasiones quedas hipnotizado por la magnitud y belleza de la ola y, aunque sabes que el golpe será duro, te quedas esperándolo, preparándote para recibirlo, porque simplemente correr no tiene caso, te perderías de la belleza natural; pero, aunque trataras de alejarte, sabes que te alanzaría y te golpearía con mayor fuerza de la que lo haría si te quedaras en donde estás.

Comienzas a sentirte liviano, fresco; te adentras más y más hasta que ya no sientes el suelo; te dejas llevar por la corriente mientras asomas el rostro para sentir los cálidos rayos de luz y, después de un rato, decides sumergirte aún más para ver lo que puedes encontrar.

Por alguna razón no puedes volver a la superficie y quedas largo rato mirando lo que la luz te permite observar. Eres consciente de que algo te impide volver a la superficie, pero no sientes miedo, incluso pareciera que puedes respirar bajo el agua. Tampoco haces el intento por salir, quieres quedarte aún más, observas como si quisieras imprimir todo en tu memoria, tratando de replicarlo en tu realidad fuera del agua: no quieres perder nada, no quieres olvidar.

Sin embargo, esa ola que te arrastró a ese punto, ahora se ha vuelto más grande. Te ha llevado a una corriente poderosa y sientes como el agua se torna helada. Es muy tarde. Te asomas a la superficie para tomar aire y después de unos segundos te envuelve, ya no te dejará respirar. La luz ha cambiado, todo se ve distinto y nada parece real, ¿cuál es la verdad?

Ya pasaste mucho tiempo, pero te aferras a lo que intentaste memorizar. ¿De verdad no era como lo viste la primera vez? ¿Soñabas? Es muy fácil, ahora sientes desesperación, miedo, tristeza; ya no es fresco, sino helado. Te quedaste más de lo que debías. Melancolía. Tu miedo a olvidar te jugó mal.

Al salir te aferras a las buenas imágenes que te creaste, aunque te cuesta respirar y ahora tiemblas. Ya pasó el ocaso pero las olas siguen y seguirán dejando sus marcas, tu solo disfrutas del oleaje que no puedes ver pero escuchas. Nunca podrás escapar y, extrañamente, tampoco quieres, a pesar de aquellos tifones y tormentas que de vez en cuando azotan el mar. Aún mantienes la esperanza de que, en cierto modo, servirán para renovar aquella playa.

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