Introducción

Tal vez has oído de CERN, el instituto europeo que se encuentra en las afueras de Ginebra, y su colisionador de partículas llamado el LHC. Surge en las noticias de vez en cuando; en 2012, por ejemplo, se informó por todo el mundo sobre su descubrimiento del Bosón de Higgs—también llamado "La partícula de Díos" por la prensa, para disgusto de los físicos. O puede que hayas leído en publicaciones menos reputables que el LHC va a destruir el mundo por medio de agujeros negros creados en sus colisiones. (¡Te aseguro que no hay que preocuparnos por eso!)

La meta final de estas máquinas es investigar de qué está hecho el universo al nivel más fundamental, y han llevado con éxito a muchos descubrimientos fascinantes a través de las décadas. Sin embargo, el campo ha llegado a un estancamiento en los últimos años. Sabemos que la teoría actual de la física de partículas es insuficiente para explicar varias observaciones de la astronomía y la cosmología, pero hasta ahora, casi todos los experimentos solo han confirmado sus predicciones con cada vez más precisión. Pero según muchos físicos, es probable que construir colisionadores más grandes y poderosos resolverá muchas de estas preguntas abiertas acerca de la verdadera naturaleza del universo.

Estos aparatos no son baratos; actualmente, la Unión Europea está considerando invertir más de 20 billones de euros en un nuevo colisionador en CERN, y hay propuestas similares en otras regiones. Además, hay dudas planteadas por algunos en la comunidad de físicos acerca del verdadero valor de tales experimentos. ¿Qué tan seguros podemos estar de los beneficios científicos que prometen los proponentes de estas nuevas máquinas? Con tantos otros problemas que abordar en el mundo de hoy, ¿realmente vale la pena?

Ese es el objetivo primordial de esta serie de publicaciones, pero detrás de esta pregunta pragmática se encuentra una de las historias más fascinantes de todo el proyecto humano de entender nuestro mundo. Te prometo que volveremos a la pregunta al final, pero el camino será un poco serpenteante. Empezamos en el mundo de hace cien mil años, desde donde trazaremos el desarrollo de nuestro conocimiento de los elementos constituyentes del universo hasta los colisionadores de partículas de hoy.

En parte, simplemente quiero poner todo en contexto, porque este asunto puede ser difícil de descifrar si no lo conoces ya. Pero más que eso, quiero compartir contigo algo de mi visión del mundo, al menos una impresión, para que entiendas por qué este tema me resulta tan cautivante y lleno de belleza. Y aunque no espero que acabes dejando tu trabajo para convertirte en físico o física de partículas, tengo la esperanza de que puedas llegar a apreciar algo de esa belleza también.

[segunda parte]