Fui a mi segundo retiro del verano. No es que haya sido mi costumbre asistir a retiros de esta manera, pero por casualidad terminé inscribiéndome en dos este verano; igualmente, ambos fueron retiros para mujeres, convocados por organizaciones distintas.

En el caso del de ayer, fue de un solo día y se ubicaba a unos 45 minutos de donde vivo. El lugar donde nos reunimos quedaba en el monte, con un riachuelo al lado y árboles - pinos y otras especies - por doquier. El día amaneció lluvioso y gris, pero se iba despejando poco a poco. Para cuando llegamos mi amiga y yo, lo que quedaba de la lluvia fueron nada más gotitas que habían quedado atrapadas en las copas de los árboles. Iban cayendo al suelo del bosque adonde nos dirigimos. Se escuchaba el rumor del riachuelo junto con el goteo desde las copas, y me daba la sensación de estar rodeada por agua aunque estábamos pisando pura tierra.

La jornada del retiro incluía varias actividades, de las cuales me gustaron mucho dos: la de tiro con arco y de muay thai para autodefensa. Aparte, se dieron un par de buenas conversaciones sobre temas de interés para mujeres. Lo otro que me encantó fue la comida que nos dieron. No sé cómo hacían para llevar tanta comida al monte y prepararla, pero estuve encantada con los platos hindúes que nos dieron, así como unas infusiones herbales con agua calentada sobre una hoguera.

Pasamos unas 10 horas todas juntas en el monte y salí sienténdome refrescada y con ganas de inscribirme en clases de algún arte marcial - mi preferencia sería el jiu jitsu brasileño - porque me da una energía intensa que parece que me falta en mi día a día.