Al ser mujer, feminista y terapeuta además, me es imposible evitar el tema de las consecuencias de los prejuicios contra el sobrepeso que hay en todos lados de la sociedad occidental. Sin duda, me veo involucrada en el asunto de estos prejuicios por ser una miembro de esta sociedad y específicamente una mujer delgada que creció con la influencia popular tanto del machismo como de la manía de ser delgado. Y al ser una profesional de la salud mental, me relaciono con personas con diversos antecedentes y aspectos físicos, por lo cual es importante saber algo sobre las secuelas de ser juzgado por el sobrepeso.

Una amiga mía me contó sobre su infancia, durante la cual sus familiares - sin mala intención - nunca perdían la oportunidad de recordarle que tenía un poquito de sobrepeso. No es que fuera obesa, pero en comparación con sus parientes, todos delgados, ella destacaba por tener un poquito de peso extra. De niña, les gustaba pellizcarle los rollitos que se asomaban por encima de su traje de baño. A una temprana edad, le decían que a ella le estaba prohibido vestir determinada ropa y que debía evitar comer ciertas comidas porque engordaban - comidas que, por cierto, los demás disfrutaban al igual que ella. Llegó un momento en su adolescencia en que aunque se viera linda al probarse ropa nueva en alguna tienda y así dijeran las dependientas de la tienda, ella les contestaría que estaban equivocadas y que no se podía comprar el conjunto porque estaba demasiado gorda.

Mi amiga me dijo que en ningún momento pensó que sus familiares pensaban herirle los sentimientos, pero reconoció que los comentarios que le hacían a lo largo de muchos años le producían un trauma que nunca terminaba.

Me conmovió esta historia y también me llevó a preguntarme, "¿Por qué hacemos tales comentarios y juzgamos a los demás? Evidentemente no se trata de "ayudar" a nadie. ¿Es realmente para controlarlos o se trata más bien de controlar algo dentro de nosotros?