La historia de Gabriela
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La historia de Gabriela

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Gabriela miró el manuscrito en sus manos y se sintió aliviada. Acaba de terminar de leerlo y la realidad es que no era del todo malo. De hecho, en algunos momentos Gabriela olvidaba que lo estaba leyendo como un favor y se encontraba intrigado por la historia. Fue la primera novela de su amiga Elena, y aunque Gabriela sabía que Elena puede usar palabras y frases de una forma magistral, ella no estaba convencido de que su amiga tiene la imaginación adecuada o la tenacidad para terminar la obra.

Elena y Gabriela habían sido mejores amigas desde que se encontraron en clase cuando tenían seis años. Cuando eran jóvenes, eran inseparables. Sus padres decían que comportaban como si fueran hermanas y el hecho de que ambas tenían el mismo pelo largo y rubio añadía a la impresión. Compartían todo - juguetes, ropa, secretos y una vez un novio. Pues, era así hasta que Gabriela decidió que iba a unirse al ejército. Ella siempre tenía un sentido del deber y le gustaba una vida estructurada. Cómo sus padres no tenían mucho dinero y sus notas en la escuela no eran nada especial, esa opción le parecía perfecta. Pero esa decisión se hizo su relación con Elena muy difícil. Elena no le gustaba nada el gobierno y las fuerzas armadas, y la idea de que su amiga iba a ser una parte de esas instituciones le daba rabia. Dejaron de hablar y para Gabriela era como le había perdido más que una amiga, perdió una parte de sí misma. Fue casi dos meses antes de que Elena llamó a Gabriela y se disculpó, que a Gabriela le parecía una eternidad.

Todo esto fue en el pasado, muchos años atrás. Ahora, Gabriela había progresado en el ejército y Elena se había convertido en una escritora, una esposa y una madre – aunque no por ese orden. Su relación había regresado a la normalidad y hablaban casi todos los días. Gabriela recapacitó sobre el libro. La descripción del protagonista Jorge le soñaba muy familiar, pero ella no sabía por qué. Estaba convencido de que había encontrado con alguien muy parecido y se desvanó los sesos durante media hora. De repente, ella saltó, el libro se cayó al suelo y Gabriela gritó “¡Cabrona!”

* Foto por Alice Hampson en Unsplash

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