Después de la semana en Inglaterra, fuimos a Turquía, el primer país que he conocido en el que no se habla inglés.
Durante la semana en Inglaterra el hermano de mi novio estaba enfermo y el día del viaje, contrajo conjuntivitis.
Pasamos tres noches en Estambul y nos divertimos mucho.
El primer día, visitamos la mezquita de Santa Sofía y mientras buscábamos recuerdos en la plaza, un vendedor nos preguntó si ya habíamos visitado la Cisterna Basílica. Le dijimos que no pero que queríamos conocerla y él nos llevó por allí.
Cuando el tour hubo terminado, nuestro nuevo amigo nos dijo que tenía un primo que vende alfombras, y sin pensarlo dos veces, nos fuimos con él.
Su primo nos ofreció auténtico té turco de manzana y nos mostró sus alfombras.
¡Sus asociados lanzaron más de 20 alfombras! Por supuesto, compramos una. Son muy hermosas.
Después de comprar unas de esas, nuestro amigo nos llevó a una tienda que se vende té, lokum y especias. Compramos dos lokum de pistachos y avellanas. ¡Están muy ricos!
Bueno, nos parecía que nuestro amigo quería que visitáramos todas las tiendas de su familia. Nos llevó a una tienda de joyería, donde no compramos nada.
El vendedor de la ultima tienda era un poco agresivo y nos sentíamos un poquito incómodos.
Salimos rápidamente y fuimos a la Mezquita Azul. La mezquita es el más bonito edificio que he visto. La dedicación a Alá es muy tangible y muy profunda.
De hecho, lloré un poco cuando me enteré la mezquita y vi el techo pintado.
Más tarde ese día, el hermano de mi novio tenía un colapso emocional. Aunque compramos medicina para el conjuntivitis, la infección de los ojos empeoró su incomodad y ansiedad por su mudanza. Él tenía mucha ansiedad por esta nueva fase de su vida- mudándose a Inglaterra. Pero él no podía tratar con la idea de no tener estabilidad por esos primeros momentos de mudanza. Él quería regresar a Inglaterra y el día siguiente, él estaba en el vuelo próximo hacia Londres.
Mi novio y yo pasamos exclusivamente juntos por el resto del viaje.
Fuimos al museo de la mezquita Santa Sofia, el Gran Bazar y a diversas tiendas de joyería. Compramos recuerdos para nuestra familia y nosotros mismos.
Aunque nos divertimos mucho, la gastronomía no estuvo tan rica como esperaba y por eso estaba un poco decepcionada, dicho esto, comemos bien.
Mi turco no fue muy bueno pero podía comunicar con la policía que alquilábamos un apartamento en el área cuando acordonó muchas calles dentro de ahí, con los taxistas para darles direcciones, y para pedir comida en las restaurantes.
Por fortuna, había personas que hablan inglés, entonces podía hablar una mezcla de inglés y turco, sigo siendo entendida.
¡Próximamente: Italia!