Una colección de poesía
💔 La dedicaré a una persona inolvidable que me ha dejado con una huella en mi corazón para siempre
Los granos de la arena
La derrota me envuelve como un fuerte abrazo, cuyos tentáculos me asfixian del aire que me sostiene.En mi alrededor, las sombras grises presagianuna batalla aún no luchada.Las vísperas del amanecer son los testigos fieles de la traición de mi corazón desgarrador por un amor poco correspondido.Una pasión tan insípida que sigilosamente me envenena con su mera presencia;Me embelesa en el caos del torbellino de sus emociones, una tempestad de los vientos impredecibles que atraviesan a perseguirme sin vergüenza.Los estragos del tiempo, los ladrones de un sosiego prometido, desenmascaran un temor arremolinado en su podrido destino.Lo único enemigo que no podemos escapar en la carrera contra el reloj,Los granos de arena nos hunden bajo su pesadumbre.¡No teman! Nuestra rendición no se encuentra en los cuernos de otro,Sino en la firmeza de nuestros propios pasos.
El tiempo
En medio de los estragos de un amor que se ha convertido en leche podrida,se queda la esperanza de devolver el tiempo robado por la daga encajada.Nos desarma por su audacia al mostrarnos la verdad entre un mar de máscaras,cuyas facetas convencidas nos aportan comodidad.Su espada es nuestro gemelo,un prójimo que nos amenaza con su potestad,desnudándonos para destacar una verdad incómodaque solamente responde al dueño del reloj de arena.Una quimera, sería inconcebible reconocerle en plena vista;¡No te rindas! La capa de invisibilidad es efímera.Las sombras de una historia tan vieja como el tiempo propionos traicionan con su veracidad,por chillar lo que nadie se atreve a decir.Como un hombre moribundo, hundiéndose bajo la melancolíade un sueño apenas correspondido,nos quedamos con los recuerdos agridulces de una vitalidad olvidada.Fuimos los jueces que abogaron por la justicia de un crimen insípido,privándonos y dejándonos impotentes frente al escuadrón de fusilamientopor nuestros propios delitos.El dedo que acusa y la piel que arde,una paradoja que disimulamos con los sermones rectos.La única carrera que queremos perder,un salto brusco contra nuestra propia mortalidad.Lo que logramos es la condena perpetuade cosechar lo que cosimos.
El espejo
Elogiado por su simplicidad, cuyo poder proviene del dueño de los sentimientos,nos vislumbra las tinieblas de las verdades incómodas.Ser observado y ser el observador al mismo tiempo: una paradoja tanto para el corazón desgarrado como para el alma velada.Los ángulos de la luz nos traicionan con su deslealtad, castigándonos con un porvenir encanecido.Un gemelo: el reflejo es la prenda sin la cual nos sentimos desnudos, como si fuéramos un árbol estéril e impotente.Vestidos con una confianza otorgada por un vendedor de humo, cuya potestad nos disimula dentro del alcance de su engaño,nadie se atreve a desafiar la realidad.¡Somos unos cobardes, temiendo el latido de nuestro propio corazón!En vez de buscar nuestra propia redención, huimos de un enemigo contundente: nuestra sombra, iluminada por unas palabras verídicas.¡Corre, corre, corre!El aprieto apresurado nos oculta tras una mirada devoradora.Escogemos la supervivencia, ciegos por un hambre que no se sacia con una mentira.Lo único mentira sería decir que estoy bien sin vos.Nos quiebra con su penetrante honestidad: un devoto piadoso de la verdad sin concesiones,atrapándonos en la niebla de lo que no nos admitimos ni siquiera en un susurro.
La máscara
Los ojos atónitos y el corazón desnudo son la presa,bañándose en el sol de la ignorancia.Cada latido es un paso adelante hacia la boca del monstruo,un majestuoso pasadizo hacia su oscuro destino.Envueltos en un fuerte abrazo que les envenena con su cariño insípido,entre carcajadas disfrazadas de sonrisa,el lobo los desarma con un hechizo encantador.Como si fueran zánganos marchando al infierno,complacientes e impotentes ante la muerte de su consciencia,nutriendo el abismo.La bestia no se sacia con los devotos piadosos;su hambre emocional es infinita, abrumadora y sin piedad.Su vereda de desolación es tan abarcadoraque deja al desnudo incluso a los más fuertes.Sin la prenda de su consciencia,una realidad escalofriante los alcanza,sometiéndolos a sus caprichos perversos,que se disfrazan como el amor.
Castillo de naipes
Justamente fuera de mi alcance, invitándome a ponderar su resplandor existencial.Sus alas doradas me acogen con los brazos abiertos.El infierno me ha dejado desfigurado y grotesco, un Van Gogh ahogándose en su propia melancolía.El oído tergiversa las palabras verídicas, como si fuera sordo y mudo ante las protestasque hice con mi silencio, como fiel testigo de una angustia interminable.¡Escúchame! ¡Por Dios, es vitalicia!Las súplicas de un perdedor, en busca de la rendición de un corazón envenenado por su propia mano;sus gritos me persiguen incluso en las grietas santificadas por un sacrificio primordial.¡Soy una traicionera! Cuando no estoy contigo, traiciono a mi propio corazón,dejándote expuesto a los estragos de un amor poco correspondido.No me veas la cara, cuyas lágrimas son los únicos recuerdos de un amor benevolente, puro e infinito.Mi dirección no la necesitarás; la carta nunca llegará.¡No me niegues!Lo que siento por vos es la crueldad renacida, un dolor disfrazado de amor propio.Me falta el oxígeno que me dabas, envuelto en un cálido abrazo de seguridad,mientras me hundo en tus promesas tan vacías como el hueco de mi corazón.Recordarme es admitir que el hilo que nos conecta como una segunda piel sigue vivo,intacto, pulsando con la sangre de una herida que no se puede curar.Tu legado es un castillo de naipes, arrogante por su audacia.Un soplo bastaría para derrumbarlo todo.
Un amanecer audaz
La audacia de un amanecer nos amenazaba con su terquedad, ciega ante una luz amarillenta, tenue, insegura de su nueva confianza.Los pasos de un ternero recién nacido son las únicas muestras del estremecimiento de un corazón renacido.En la distancia, el viento sopla hacia un castillo de naipes, tambaleándose como si fuera un cobarde, sobre un acantilado de su propia creación.La niebla es la manta de seguridad a la cual nos aferramos,el retumbo de un corazón secuestrado, amarrado y olvidado, el único testigo fiel de una batalla aún no ganada.El tiempo, una cuerda al pasado que nunca cambiará, un presente sin fin y un futuro imposible, es tanto el observador como el observado,mostrando una realidad desquiciada por una búsqueda inútil, infinita e impotente.Las tinieblas de la incertidumbre son los compañeros eternos; la sombra, su refugio ante una verdad absoluta que quema como el sol ardiente de un día nuevo.¿Vencer o ser vencido? El palo te empuja como la distancia. Un grito de batalla atravesó el silencio.¡No me quemes, cobarde!Revelándote en el resplandor de un futuro que aún no ha llegado,obsequiándote el aire que te falta para respirar,sin el peso de los escombros de una tormenta de caos,insípida y potente por su poder de envolver incluso a los árboles más altos.
El hambre innombrable
Los ojos abatidos, rebosantes con las lágrimas saladas de un océano que jamás traiciona su profundidad.Un abismo que nos hunde bajo su superficie, ahogándonos en un mar de nuestra propia misericordia.Una paradoja tanto para un corazón desgarrado como para un alma velada,Lo que una vez fue nuestra salvación, ahora se ha convertido en la mano que nos engaña.Un torbellino de caos que proviene de una sirena, sometiéndonos bajo su mirada impenetrable.Sus melodías, el veneno insípido que tomamos con gusto para complacer un anhelo de lo que no sabíamos que existía.Hemos superado el punto de no retorno, un precipicio, una tabla hacia el destino que ha estado tallada en piedra desde el momento en que salimos del seno de nuestras madres.¡Deténganse! ¡Hijos míos, no lo hagan!Las súplicas, aún más desesperadas para los primogénitos que ni siquiera reconocen sus propias voces,Por el silencio infligido, una condena perpetua de desear sin alcanzar.Consumidos por un hambre que solo nutre para alentarse en el ayuno.De lo que no se puede nombrar.
Fantasma
En la víspera, cuyo estribillo jamás me despertará,me quedo detrás en un mundo sin atardecer.Las sombras son los compañeros fieles de una guerrera interna,con el reflejo de la luz como único escombropara marcar lo que nunca fue. Mis familiares son el pasado y el futuro,un casamiento de destinos gemelos,con el primogénito presente para ser testigo. La unión de nuestra sangre da a luz una quimeraque rompe el dominio del universo. ¡Ay! Lo que una vez fue amor ahora mismo devora su propio rostro,dejando un vacío en lugar de su autorretrato,cuya silueta traiciona lo que se avecina. ¡Prepárense para la batalla que aún se puede nombrar! El enemigo no conoce la empatía,por ser una reliquia del tiempo,cuyas manos manchadas con la sangrede sus amantes desamparadosnutren tanto el alma astilladacomo el corazón desbordado de dolor. Siento una fuerza que desconocía, ardiendo,me inunda con la sensación de envenenar mi propio cuerpo,al tomar conciencia amarga de que la realidad es una esposa cruel,implacable y sin perdón. La muerte no es el verdadero finpara lo que se queda adormecido, pero no extinto: una simiente viciadaque ya ni siquiera reconoce dueñoen este mundo ni en el próximo. ¡Sé digno de la sangre que te corre!No solo un descendiente sin memoria,sino el guardián de un recuerdoque arde con la audacia de existir sin ti.
Amarte
Implacable en su búsqueda, la quimera es cualquiera y nadie al mismo tiempo.Dentro del abismo, un parpadeo de lo que hubiera sido vislumbra la oscuridad de haber olvidado su propia cara.¿Perseguir o ser perseguida? La paradoja no se resuelve.¡Ay, por Dios! ¡No me olvides!Me dejaste sonámbula, luchando por un futuro que nunca llegará.El latido de un corazón desgarrado retumba entre los escombros de las llamas del martirio.Amarte es reconocer tu nombre, en su sepultura: innombrable y santificado por la sangre que pulsa dentro de una herida incurable.Nuestro amor ya está podrido, impío y manchado por su propia mano.¡No me lastimes, cobarde! No empujes una cuerda que no te atrevés a soltar.Amarte es perderme en el caos, que existe entre un pasado que nunca fue y un futuro de lo que hubiera sido.¡Bórrame del universo envenenado por la plaga del amor!Amarte es la crueldad renacida, un testigo que ya logró escapar del destino de los amantes ciegos por el infierno.El silencio traiciona las súplicas del único superviviente de un crimen que no se puede nombrar.Amarte es castigarte, por haberme abandonado con una cicatriz que no se puede sanar.Háblame en el idioma antiguo, el que existía antes de los pergaminos.Amarte es la muerte, de una unión de nuestros linajes.Déjame enterrar a la hija que nunca llegará, aún no nacida, como nuestro amor: semilla santificada, cargada de memoria, infectada de ruina desde su primer latido.Amarte siempre empieza y termina con vos.