Desde que estoy estudiando, muchas cosas han cambiado.
Empecé a vivir sola en una casa compartida y, con eso, asumí muchas más responsabilidades domésticas que cuando vivía con mis papás. Ahora tengo que ocuparme de mi ropa, de la limpieza de la casa, pagar las cuentas y cocinar mi propia comida. Ya no como tanto fuera y empecé a cocinar todos los días. También me di cuenta de lo rápido que cocina mi mamá. Yo siempre necesito mucho tiempo para cocinar, ¡y en diez minutos ya termino de comer! Por eso, muchas veces cocino un día antes para ganar tiempo al día siguiente.
También empecé a trabajar. En el trabajo y en la universidad conocí a muchas personas y nuevos amigos para toda la vida. Con la rutina frenética entre la oficina y la universidad, empecé a usar un calendario para organizarme. Ya no puedo hacer las cosas de forma tan espontánea como antes: ahora siempre tengo que revisar mi calendario.
Mi personalidad también ha cambiado. Ya no salgo tanto como antes. Todavía me gustan las fiestas, ¡pero ahora solo una vez cada tres meses, jaja! Cuando salgo, me gusta hacer actividades al aire libre con mis amigos, comer, platicar y cocinar juntos. Antes era muy tímida e insegura. Todavía lo soy, pero ahora enfrento eso y no permito que esos rasgos de personalidad me limiten para vivir y descubrir cosas y personas nuevas.