Vale más prevenir que lamentar
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Vale más prevenir que lamentar

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Tu teléfono vibra como si fuera una bomba al punto de explotar. Lo ignoras con las manos manchadas, dejándolo al lado para gozar el momento plenamente con tu pareja. Con una expresión arrepentida, el nombre de tu jefe destella en la pantalla, lo cual te hizo sentir como si fueras ahogando en un pozo interminable.

Como esclavos involuntarios, nuestros trabajos nos demanden el sacrificio de nuestra libertad. La sociedad hiperconectada nos atrapa en la cárcel con nuestra propia pesadumbre, intercambiando el sosiego mental por la disponibilidad. ¿A cual punto sería un vicio en vez de un beneficio? La conectividad a nuestros dispositivos nos privan de la habilidad de estar presente completamente con nuestros seres queridos, sometiéndonos al ladrón del tiempo. Por consiguiente, estar pendiente a nuestros dispositivos nos acarrean los efectos nocivos para nuestra salud, incluyendo presión sanguínea alta, trastornos mentales e insomnio.

Por otro lado, tenemos la libertad de escoger nuestras responsabilidades y poner límites con los demás. Si un empleo no pudiera cumplir con las obligaciones de su posición, debería comunicarlo antes de que sea demasiado tarde. A pesar de establecer los límites digitales, los factores externos como las expectativas poco realistas, presión financiera y limitaciones geográficas podrían impedir la compatibilidad profesional. Sin embargo, somos nuestros propios defensores en el ámbito laboral, destacándonos la importancia de comunicar de manera temprana y con frecuencia.

Seguramente, “Vale más prevenir que lamentar”, lo cual nos desencadena a luchar por lo que necesitamos. Quizás el equilibrio laboral sea efímera; no obstante, las prioridades organizadas nos obsequian con la claridad de hacer la realidad lo que deseamos. Por lo menos, la próxima vez que nuestro teléfono vibra, tendremos las herramientas emocionales a abordar la causa de nuestra ansiedad digital.

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