La jirafa que de pronto comprendió que todo es relativo, de Augusto Monterroso - Translation
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La jirafa que de pronto comprendió que todo es relativo, de Augusto Monterroso - Translation

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Hace mucho tiempo, en un país lejano, vivía una Jirafa de estatura regular pero tan descuidada que una vez se salió de la selva y se perdió.

Desorientada como siempre, se puso a caminar a tontas y a locas de aquí para allá, y por más que se agachaba para encontrar el camino no lo encontraba.

Así, deambulando, llegó a un desfiladero donde en ese momento tenía lugar una gran batalla.

A pesar de que las bajas eran cuantiosas por ambos bandos, ninguno estaba dispuesto a ceder un milímetro de terreno. Los generales arengaban a sus tropas con las espadas en alto, al mismo tiempo que la nieve se teñía de púrpura con la sangre de los heridos.

Entre el humo y el estrépito de los cañones se veía desplomarse a los muertos de uno y otro ejército, con tiempo apenas para encomendar su alma al diablo; pero los sobrevivientes continuaban disparando con entusiasmo hasta que a ellos también les tocaba y caían con un gesto estúpido pero que en su caída consideraban que la Historia iba a recoger como heroico, pues morían por defender su bandera; y efectivamente la Historia recogía esos gestos como heroicos, tanto la Historia que recogía los gestos del uno, como la que recogía los gestos del otro, ya que cada lado escribía su propia Historia; así, Wellington era un héroe para los ingleses y Napoleón era un héroe para los franceses.

A todo esto, la Jirafa siguió caminando, hasta que llegó a una parte del desfiladero en que estaba montado un enorme cañón, que en ese preciso instante hizo un disparo exactamente unos veinte centímetros arriba de su cabeza, más o menos.

Al ver pasar la bala tan cerca, y mientras seguía con la vista su trayectoria, la Jirafa pensó:“Qué bueno que no soy tan alta, pues si mi cuello midiera treinta centímetros más esa bala me hubiera volado la cabeza; o bien, qué bueno que esta parte del desfiladero en que está el cañón no es tan baja, pues si midiera treinta centímetros menos la bala también me hubiera volado la cabeza. Ahora comprendo que todo es relativo.”

Translated Text

A long time ago, in a faraway land, lived a giraffe of average height, but who was so careless that one time she left the jungle and became lost.

Disoriented as usual, she began walking willy-nilly from here to there, and no matter how hard she bent down to find her way back, she couldn’t.

While wandering, she came upon a canyon where a fierce battle was taking place.

Although casualties were heavy on both sides, no one was willing to give an inch of ground. The generals rallied their troops with swords held high as the snow turned purple from the blood of the wounded.

Amid the smoke and the roar of the cannons, one could see the dead of both armies collapsing with barely enough time to commend their souls to the devil. Yet, the survivors enthusiastically continued firing until it was their turn. Then they too fell while grimacing in disbelief, yet they believed history would remember them as being heroic, as they were dying defending their flag. Indeed, history was going to regard their efforts as heroic—both the history written by one side and the history written by the other. To the English, Wellington was a hero, and Napoleon was one to the French.

Meanwhile, the giraffe continued walking until she reached a part of the gorge where a huge cannon was mounted. At that exact moment, a shot was fired some eight inches above her head.

Seeing the cannonball pass by so closely, and while she followed its path with her eyes, she thought: “Good thing I'm not taller, because if my neck were a foot longer, that cannonball would've blown my head off. Or, good thing this part of the gorge where the canyon is located isn't a foot lower, because if it were, the cannonball also would've blown my head off. Now I understand that everything is relative.”

Headline image by ruchindra on Unsplash

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