Una historia un poco violenta
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Una historia un poco violenta

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fiction

Me quedé paralizada allí en el cuarto. Miré mis manos cubiertas de sangre. Me temblaban. El hedor de la sangre me invadió la nariz y me dio un vuelco en el estómago. No era mi propia sangre sino la de mi marido, quien yacía en el suelo de nuestro dormitorio. Hubo recibido tantas cortadas y por lo menos dos heridas de bala. No mereció su muerte, pero no fue nada lo que pudiera hacer para impedirlo. No podía pensar en eso porque no estábamos a solas. Miré hacia arriba y escudriñé el cuarto hasta que nuestras miradas nos encontraron. Ya nos conocíamos. Era tan hermoso como siempre, pero ahora una capa de sudor mezclado con sangre cubría su frente. El arma de fuego que portaba ya se había caído al suelo, la que había reemplazado con el puñal que permanecía en su mano derecha. Las lágrimas me ardían los ojos, pero no me rendí a ellas.

—No deberías permanecer aquí.—Me miró fijamente a los ojos y me luché con el instinto de mirar hacia otro lado—. Lárgate. Ya has hecho lo suficiente.

El cuarto todavía estaba a oscuras, lo que me alegraba porque no podía verlo claramente y no tenía que ver a su cara. Se dio la vuelta hacia la ventana situada al sillón en la que la vaina del puñal todavía yacía. Me volví al oír el sonido de abrir la ventana. Mis manos todavía no han dejado de temblar, pero me obligué a actuar.

*Los niños. Los criados.*

Ciertamente han oído la conmoción. Eché a correr hacia la puerta. Corrí por los pasadizos hasta que llegué a la puerta principal de la ala de sus habitaciones. No me molesté a tocar la puerta y la abrí para asomar solo la cabeza.

—Hol...

—¿¡Qué ha sucedido?!

—Ah...No se preocupan por eso. Todo va bien. No hay ningún necesario para llamar la policía. Lo haré. Cuidan a los niños.

Solamente esperaba no estar demasiado tarde. No podía ocultar lo que ha pasado, pero esperaba ganar algo de tiempo para recuperarme la compostura. Sabía que uno de ellos iba a llamar a la policía, pero no lo supe por cierto hasta que oí la llamada en la puerta principal. Ya había regresado a mi dormitorio y estaba lavándome las manos cuando lo oí. *Mierda.*

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