No lo sé. Cuando era pequeña, no me gustaban los peluches. O sea, no tenía la conexión con ellos que quería de verdad. Veía otros chicos con sus peluches y eso me parecía algo de mágico. Les hablaban como si fueran mejores amigos. Sé que tenía una imaginación muy fuerte, así que ¿por qué no podía ser como los otros chicos? Quería algo de Toy Story jaja, que los juguetes tuvieran sus propios personalidades y que algún día yo pudiera verlos vivos. Pero cuando jugaba con ellos, eran los objetos inanimados que eran. Ahora, tengo 20 años, tengo un peluche y me pone muy feliz inesperadamente, aunque sea demasiada grande. Es como si la vida por fin me permitiera tener esa experiencia de mi niñez. Se llama Miu y es mi amiguito con qué hablo español.
Headline image by barrettward on Unsplash