Hoy, quiero escribir sobre los motivos que tuve yo cuando empecé a aprender un idioma extranjero.
Desde niña, me ha gustado mucho leer novelas. La verdad es que me gustaba casi todas las formas de las historias. Leía novelas y comics, veía películas y dibujos animados, jugaba muñecas con mi hermana menor. Estar inmersa en una historia ficticia era mi gran felicidad.
Muchas de las novelas que leía eran de otros países. Algunos eran de los Estados Unidos o la Inglaterra; otros eran de Francia, Alemania, España, etc. Naturalmente, al menos para mí, el interés por los idiomas extranjeros aumentó, porque quería leer las obras que me gustan en su lengua original. Pensaba que así, podría gozar lo máximo de lo que pueden ofrecer esas obras.
Era un serendipity que tuve la oportunidad de pasar unos meses en los Estados Unidos en esos años de niñez. Me abrí los ojos a un mundo más grande, donde la gente hablaba en diferentes idiomas y vivía con diferentes culturas. Quería hacer amigos con mis compañeros que no solo hablaban inglés sino también el español y el chino. El español, en particular, me sonaba muy amigable e interesante, también debido a una obra de dibujos animados que vi que se llamaba Mucha Lucha. Me encantaba este programa y creo que me dio muchas ganas de aprender español.
Cuando aprendí lo básico del español, quería desarrollar mis destrezas y dominar el idioma. Por eso, seguí aprendiéndolo cuando mis amigos de bachillerato dejaban de hacerlo. Aprendí mucho en el proceso, incluso lo difícil de hablar un idioma extranjero perfectamente. Me vacilo, a veces, entre estar orgullosa de mis logros con el español y estar frustrada por la falta de dominio del idioma que llevo aprendiendo más de diez años.
En fin, estoy agradecida por las oportunidades que me permitieron seguir mi pasión por el aprendizaje de nuevos idiomas. Estoy ahora en un lugar que nunca imaginé cuando aprendí español por primera vez. Ya puedo gozar la riqueza de las culturas hispanohablantes y sus mundos artísticos. Es un privilegio, realmente.