Hace un rato escuché una historia de un episodio de la infancia de una escritora famosa y eminente en su área, que reciente falleció. Ella creció en un pueblo en el campo de Suecia en los años 1950, en un lugar remoto y sin las atracciones y diversiones asociadas con las metrópolis del tiempo.
Un día su padre le informó que en un mes iban al cine en una ciudad cerca. En aquella época– antes del internet, los videos caseros e, incluso, antes de que los televisores llegaran a ser algo natural y evidente en todos los hogares, y cuando la radio fuera la primera fuente de diversión para grandes segmentos de la sociedad– una visita al cine era un gran evento en la vida de una niña. La niña escritora estaba muy emocionada y contaba los días para su acontecimiento esperado.
Por fin llegó el gran día y el padre llevó a su hija a la estación de trenes para ir a la ciudad. Al llegar a la ciudad, el padre acompañó a su hija a un gran edificio. Se pararon afuera y le dijo a la niña « aquí está el cine hija mía. Pero no vamos a entrar, porque hoy te voy a enseñar lo que es una decepción. »
Pero qué cruel!
Los niños son una hoja en blanco -- necesitan aprender de experiencias, no importa la crueldad :) ¡Gracias por las correcciones!