Cada vez que la opinión de una persona me deja estupefacto, me doy cuenta de que cuando se trata del tema que estamos discutiendo, vivo entre una burbuja. A menudo, paso mucho tiempo leer y escuchar las noticias para estar al día y entender mejor mi entorno y el mundo. Al fin y al cabo, la realidad cambia constantemente y es complicada y difícil de entender: "No parará la guerra en Ucrania", "El costo de energía tendrá impacto en inflación", "Grecia relaja las restricciones por COVID-19 pese al elevado número de muertes". Sin embargo, con la ayuda de algunas análisis de mis medios preferidos, todo es más simple. "Sólo en unos pocos minutos tú puedes también comprender lo que paso y relajar, sin ni siquiera salir de la comodidad de tu sillón", me dice la voz subconsciente del autoconsolación. Pero mientras que todo parece ordenado, hay veces que algo raro viene a molestar esta sensación de seguridad de saber; esta burbuja acogedora en la que reciclamos opiniones, pensamientos y creencias.
A veces, inesperadamente, una persona muy odiosa viene - quizá con su propia burbuja brillante - y nos debate con un punto de vista ¡totalmente inaudito! Hace unos días, me pasó exactamente esto cuando tomábamos un café con un amigo; la conversación estaba en marcha y de repente, nuestras burbujas chocaron y reventaron. "¿Como puede decir esto?, ¿Hay otras personas que piensan así?, ¿¡Hay muchas otras personas que piensan así!?", pensé. Quizá no sólo hay muchas personas que piensan así, o sea, de una manera muy diferente, pero además muchas veces nuestra opinión puede ser la minoritaria sin que lo entendemos. Las mismas burbujas que nos protegen de las polémicas y la confrontación, frecuentemente nos desconciertan de una gran porción de nuestro entorno. La realidad convierte de un amplio abanico de opiniones a un estrecho dogma monocromático. ¿Cuándo nuestro punto de vista es lo único posible, no convertimos en ignorantes? ¿No es esto un desprendimiento de la realidad; un astuto tipo de letargo?
Las opiniones de los otros pueden ser buenas, malas o incluso asquerosas, pero cuando ni siquiera comprendemos que existen, ¿cómo vamos a examinarlas de una manera profunda y analítica? ¿Qué tipo de argumentos podemos formar sobre cualquier asunto, si no tratamos de entender los porqué atrás de la lógica y la actitud de nuestros interlocutores? ¿En base a qué decidiremos construir puentes o ponernos en contra? En todos los casos y independientemente de nuestra postura futura, entender a los otros es clave para captar la realidad y salir de nuestras burbujas es el primer paso decisivo.