Un día una niña llega muy preocupada de la escuela a la casa y le dice a su madre:
"Mamá, hoy me riñeron en la escuela y, bueno, el director les va a llamar por teléfono a ti y a papá para discutir eso”.
"¿Pero qué te pasó, corazón?" le pregunta la mamá a su hija, "¿Qué has hecho?"
La niña responde: "Hoy en la entrada de la cafetería, nos ofrecieron naranjas de un gran tazón. Y estaba escrito allí que cada quien podía tomar solamente una".
"Sí, mi hija", dice la madre, "¿Y luego qué?"
"Bueno, también estaba escrito que Dios estaba vigilando", dice la niña.
Sin dejar de contar su historia, ella continúa: "Y al salir de la cafetería nos ofrecieron galletas de otro tazón, pero no había nada escrito sobre cuántas podíamos servirnos".
"Te estoy escuchando", dice la madre, "Continúa por favor".
"Bueno, como nadie había escrito cuántas galletas podíamos tener, lo escribí yo misma asi: Tome tantas galletas como quiera, Dios está vigilando las naranjas".